sábado, 5 de junio de 2010

Sergio Gálvez un hombre del magisterio

El sector de la Educación en Carlos Manuel de Céspedes cuenta con un potencial de hombres y mujeres enamorados de esta profesión que han hecho posible que este sector se ubique en un lugar decoroso a nivel provincial.
La escuela primaria Fructuoso Rodríguez del Consejo Popular de Magarabomba, a unos 6km de la cabecera municipal es de los centros educacionales cespedeños que cuenta con ejemplos vivos de entrega al magisterio.
Tal es el caso del licenciado Sergio Gálvez quien acumula poco más de 40 años delante de un pizarrón y aún no se siente cansado, por el contrario, todos los días del mundo busca como aumentar su nivel de auto preparación en aras de llegar al alumno con un mejor nivel de instuición.
Sergio lleva en su memoria vigente aquellos primeros años cuando se inicio en esta profesión, por eso no demora en dar un consejo a quienes se inician en el arte de enseñar.
A las nuevas generaciones pudiera decirles muchas cosas interesantes, pero para mi el secreto de la educación está en el amor, la entrega y la responsabilidad que hay que tener con esta misión, la auto prepración del maestro es primordial, los alumnos merecen la mejor de las respuestas y para eso hace falta estar bien preparados, el tiempo tenemos que hacerlo.
Los niños son para el maestro Sergio Gálvez su razón de ser como profesional, ellos me llenan, cuando ha pasado el tiempo y ya hechos unos profesionales se acuerdan de Sergio, su maestro de primer grado, eso es muy gratificante.
El maestro Sergio Gálvez de la escuela primaria Fructuoso Rodríguez de Magarabomba, evaluado de MB por varios años consecutivos, se siente realizado, pero no satisfecho, espera graduarse dentro de unos días en Master de la Educación, a sus dos niñas las quiere mucho y las educa bajo las doctrinas martianas y fidelistas.
Para este cespedeño que peina canas impartir docencia es parte de su vida, y es una forma de sentirse útil y servir a la sociedad, en aras de formar al hombre nuevo que preconizaba el Ché.

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